Mientras algunos expresidentes logran evadir la justicia o encuentran refugio seguro fuera de México, aquellos que dan la cara en el combate directo contra los cárteles a menudo son dejados a su suerte.

La Muerte de un Héroe y el Abandono Estatal: El Trágico Destino de Iván Morales en un México que Olvida a Quienes Sirven a la Patria

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La noticia del asesinato de Iván Morales Corrales, un exintegrante de la Policía Federal que sobrevivió a un brutal atentado del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) en 2015 y testificó contra uno de sus líderes en Estados Unidos, ha reavivado el debate sobre el costo humano de la lucha contra el crimen organizado en México y el aparente abandono institucional de sus fuerzas de seguridad. Su muerte violenta en Temixco, Morelos, junto a su esposa, fusilados a balazos en su camioneta, subraya una dolorosa realidad: mientras algunos logran evadir la justicia o encuentran refugio seguro fuera del país, aquellos que dan la cara en el combate directo contra los cárteles a menudo son dejados a su suerte, pagando el precio más alto incluso después de dejar el servicio.

Iván Morales Corrales fue más que un policía; fue un sobreviviente de la «Operación Jalisco» del 1 de mayo de 2015, un intento de capturar a Nemesio Oseguera Cervantes, alias «El Mencho,» líder del CJNG. En medio de esa operación, el helicóptero en el que viajaba fue derribado por sicarios que, según autoridades estadounidenses, actuaban bajo órdenes de Rubén Oseguera González, «El Menchito,» hijo de «El Mencho,» para evitar la captura de su padre. Morales sobrevivió a la caída y a las llamas a pesar de sufrir quemaduras en el 70% de su cuerpo, impulsado por el deseo de conocer a su hijo por nacer. Por su valentía y entrega, fue condecorado al Mérito Policial de Primera Clase por el entonces Presidente Enrique Peña Nieto en diciembre de 2015.

Su heroísmo no terminó allí. En septiembre de 2024, Morales testificó en una corte federal en Washington contra «El Menchito». Su testimonio fue considerado clave en la condena del acusado, quien a principios de marzo fue sentenciado a prisión de por vida en una penitenciaría de alta seguridad en Colorado. A pesar de haberse alejado de la institución, el crimen organizado «no olvida«. Exactamente una década después de sobrevivir al derribo del helicóptero y meses después de testificar en Estados Unidos, Iván Morales fue asesinado junto a su esposa en un ataque donde se dispararon más de 50 veces contra su vehículo. Las autoridades consideran la venganza por su testimonio una línea de investigación. Como señaló un consultor en seguridad, su muerte, especialmente por la saña (más de 15 balazos según una fuente), demuestra lo que significaba para el cártel. Era un «símbolo» de entrega policial, cuyo ejemplo era difundido, pero que pagó el precio de la falta de protección a testigos.

El caso de Iván Morales pone de manifiesto la precaria situación de los policías en México. Causa en Común documenta desde hace años que las corporaciones policiacas sufren un «abandono institucional» en aspectos esenciales como capacitación, equipamiento, prestaciones y salarios. Los recursos son insuficientes y se reducen, mientras que los delitos de alto impacto aumentan. Los policías trabajan en condiciones cada vez más precarias, con jornadas laborales extensas (incluso de 24 horas o más sin regulación legal), carecen de salarios y prestaciones adecuadas, y no cuentan con equipo ni capacitación suficientes. A menudo enfrentan tratos denigrantes y violencia dentro de sus propias corporaciones, además de discriminación y falta de respeto por parte de la ciudadanía. Las movilizaciones policiales por mejores condiciones laborales, falta de pagos y equipamiento son frecuentes. Ser policía en México es significativamente más peligroso que ser un ciudadano promedio, con una tasa anual estimada de homicidios policiales de 96.8 por cada 100,000 agentes entre 2018 y 2023, casi cuatro veces la tasa general de homicidios del país.

La violencia contra los policías ha sido elevada en los últimos años: Según registros de Causa en Común, se documentaron al menos 2,456 policías asesinados entre el 1 de diciembre de 2018 y el 30 de septiembre de 2024, periodo que corresponde al sexenio del Presidente Andrés Manuel López Obrador. Es importante notar que una fuente atribuye esta misma cifra al «gobierno anterior» y la relaciona con Enrique Peña Nieto, lo cual entra en conflicto con las fechas proporcionadas en otra fuente que claramente sitúa el periodo de 2018 a 2024 como la administración posterior. Desde el inicio del gobierno de la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, el 1 de octubre de 2024, hasta el 5 de abril de 2025, se han registrado 218 policías asesinados, con un promedio de 2.2 muertes por día. En el periodo de octubre de 2024 a febrero de 2025, se contabilizaron 164 agentes asesinados. La organización también documentó más de 2,600 agentes asesinados entre 2018 y 2023. Las policías municipales y estatales son las más afectadas. Un análisis del Monitor Fuerza Letal, aunque con una metodología más restringida (muertos en servicio por arma de fuego), también señala que las muertes de agentes de seguridad por arma de fuego en servicio son más un problema de las policías locales que de las fuerzas federales, sugiriendo «desprotección y abandono institucional» en estos niveles. Este abandono se refleja en indicadores donde mueren más policías que civiles en enfrentamientos, algo atípico globalmente y que apunta al debilitamiento y falta de presupuesto de las policías locales.

En un contraste que clama por reflexión, mientras quienes enfrentan el crimen organizado en la primera línea como Iván Morales son vulnerables incluso después de su servicio, trascendió que España ofrece resguardo a exmandatarios mexicanos. Esta disparidad en el destino de distintos actores públicos, donde algunos que ejercieron el máximo poder encuentran seguridad en el extranjero, mientras los «héroes» que defendieron al país con su vida quedan desprotegidos y expuestos a la venganza, genera un profundo cuestionamiento sobre las prioridades del Estado y la deuda histórica con sus policías. La muerte de Iván Morales Corrales no es solo una tragedia individual; es un recordatorio sangriento de un sistema que falla en proteger a quienes juraron protegerlo. Es urgente visibilizar la violencia contra los policías y cuidar a quienes nos cuidan. México debe dejar de ser un país que olvida y abandona a sus héroes en la lucha contra el crimen

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