La Caída del Icono Animalista: Frank Cuesta, Entre la Defensa de la Fauna y el Escándalo de la Manipulación y el Lucro

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El Santuario de Frank: Audios Revelan Maltrato, Envenenamiento y una «Estafa Emocional» para Lucrar con la Defensa Animal.

Durante años, Frank Cuesta, conocido popularmente como «Frank de la Jungla», proyectó una imagen de defensor apasionado de la fauna salvaje. Se presentaba como un aventurero dispuesto a todo por los animales, un hombre que «habla con los animales» y que dejaba su vida cómoda para sumergirse en la selva, rescatar especies y denunciar el tráfico. Construyó una figura mediática de «guerrero solitario» por los animales, cuya credibilidad parecía inquebrantable para millones. Sin embargo, una serie de filtraciones y confesiones recientes han desmoronado esta imagen, revelando lo que algunos describen como una estructura de explotación animal y manipulación emocional a gran escala.

Las dudas sobre la autenticidad de su narrativa surgieron alrededor de 2022. Las insistentes peticiones de apoyo económico tras supuestos percances generaron interrogantes sobre si eran sacrificios profesionales genuinos o parte de un montaje para mantener la atención y la financiación de su santuario en Tailandia.

El Santuario, ¿Refugio o Negocio? Opacidad y Adquisición de Animales

Uno de los puntos centrales del escándalo es la gestión de su santuario. Frank Cuesta mismo ha confesado que todos los animales que tiene en el santuario han sido comprados, llegando a definirlo como «una granja de animales más que un santuario«. Audios filtrados lo muestran hablando de comprar animales para dar «espectáculo«, afirmando que los animales están allí «por contrato«, comprados, utilizados y reemplazados si es necesario. Se le escucha justificar la compra de animales que son legales en Tailandia, incluso a amigos con tiendas, alegando que es mejor sacarlos de esas situaciones. Sin embargo, esta práctica contradice el principio de «si no hay demanda no hay negocio», que él mismo ha expresado para desincentivar la compra de animales en mercados. Los críticos señalan que el negocio de la defensa animal beneficia a quienes controlan la narrativa y las cuentas bancarias, mientras los animales pueden sufrir. Hay acusaciones de que los animales no están vacunados o reciben un trato distinto al mostrado públicamente. El refugio tampoco estaría registrado ni reconocido legalmente en Tailandia.

Audios Explosivos: Maltrato y Envenenamiento

Los audios filtrados por su ex-colaborador Chi Wildlife han sido especialmente perjudiciales. En ellos, Cuesta habla cruda y explícitamente sobre los animales a su cargo. Confiesa planes para envenenar perros y gatos, utilizando frases como «Voy a hacer un mix de comida de gato con polvo de veneno… y que reviente por dentro». También se le oye decir «Voy a poner veneno todos los días hasta que mueran todos los perros». Estas declaraciones han causado indignación, proviniendo de alguien que se presenta como defensor animal. Imágenes y videos también mostraron supuestamente animales en mal estado o confinados en espacios reducidos. Estas acusaciones de maltrato animal podrían incluso complicar su situación legal en Tailandia.

La Estafa Emocional: Manipulación para Recaudar Fondos

Marina Lobo, en su programa «Hasta el coño de», ha desgranado otras mentiras de Cuesta. Ha desmentido su afirmación de ser veterinario, algo que su propio defensor negó en televisión, a pesar de que Cuesta decía haber terminado la carrera. Más grave aún, Cuesta confesó en audios haber engañado a su audiencia para recaudar fondos. Creó una narrativa falsa sobre su ex-mujer vendiendo parte del terreno del santuario, cuando en realidad esa parte era alquilada. Esta «estafa emocional» buscaba generar una oleada de donaciones, logrando que miles de personas contribuyeran a salvar una propiedad que no estaba en peligro real, con el supuesto objetivo de vengarse de su ex. Planeaba revelar el «descubrimiento» de la supuesta venta una vez que todo estuviera pagado, refiriéndose a ello como una «sorpresita«. Esta práctica de usar una causa solidaria como pretexto para una estafa ha sido documentada.

Vínculos con el Tráfico de Animales

Aunque Frank Cuesta ha admitido que los audios sobre tráfico de animales son reales, no ha ofrecido disculpas. La revelación de una conversación buscando tortugas baratas, incluso con defectos, de una conocida traficante en Tailandia ha llevado a acusaciones de colaboración directa con el mercado negro de fauna. Esto, sumado a la admisión de comprar todos los animales, alimenta las sospechas sobre el origen y la legalidad de los ejemplares en su supuesta granja/santuario. La posesión de especies protegidas sin la documentación correspondiente ya ha sido motivo de detención y es investigada por la justicia tailandesa.

El Daño a la Sociedad y a la Confianza

La caída de Frank Cuesta no solo afecta su reputación, que ahora está severamente comprometida, sino que también erosiona la confianza del público en las causas sociales y el activismo genuino. Utilizar la defensa animal como un «espectáculo» o «producto de consumo» para generar donaciones y visibilidad, especialmente cuando hay falta de transparencia y prácticas dudosas, convierte la causa en una «distracción rentable» en lugar de un compromiso real. Esto desilusiona a los seguidores que creyeron en él y hace que la sociedad dude de la autenticidad de otros proyectos conservacionistas o activistas que sí actúan con ética y transparencia como la Asociación Alianza Contra la Corrupción o AMAYT, que llevan anos luchando con sus escasos medios contra la corrupción de una forma comprometida y sin lucro.

Este caso resalta un patrón preocupante donde personas que se presentan como luchadores por causas nobles, ya sea la defensa animal, la lucha contra el cáncer o la corrupción, pueden convertirse en figuras que utilizan estas plataformas para beneficio personal. Similar a los casos mencionados donde se fingen enfermedades como el cáncer para obtener atención o apoyo, o donde se usan «cortinas de humo» y «marketing emocional» en política para desviar la atención de la mala gestión y generar lealtad afectiva, el caso de Frank Cuesta ilustra cómo la manipulación emocional y las narrativas falsas pueden ser herramientas poderosas para el lucro y la atención, a expensas de la verdad y la confianza pública. La necesidad de transparencia, control independiente y rendición de cuentas es crucial para distinguir entre los verdaderos defensores y aquellos que solo buscan el espectáculo y el negocio.

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