Sexo, favores y enchufes: así hablaban Ábalos y Koldo en el Gobierno
Los audios de Ábalos: mujeres, corrupción y abuso de poder
El informe de la Guardia Civil destapa el lenguaje obsceno y el uso político de mujeres por parte del exministro y su mano derecha
Las grabaciones de la UCO destapan una trama que va más allá de la corrupción económica: muestra a dirigentes políticos tratando a las mujeres como objetos, dentro de una red de favores, abusos e impunidad institucional.
“¿Carlota o Ariatna?”: los audios que lo dicen todo
Las conversaciones entre José Luis Ábalos y Koldo García, reveladas por la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, son el retrato crudo de un poder degradado. Mientras organizaban actos políticos, ambos hombres —entonces figuras clave del PSOE y del Gobierno de Pedro Sánchez— discutían qué mujeres les acompañarían en escapadas discretas, y cómo combinarlas como si se tratara de un menú.
Fragmentos reales extraídos de los audios:
Koldo: “¿Pero a ti te gusta más Ariatna…?”
Ábalos: “No sé, la Carlota se enrolla que te cagas.”
Koldo: “Pues la que tú quieras. O Ariatna y Carlota, y a tomar por culo.”
Ábalos: “No, era por conocer.”
Koldo: “A la Ariatna, que está bien, está perfecta.”
Ábalos: “Y la colombiana.”
Todo esto ocurría en pleno ejercicio de sus funciones públicas, mientras gestionaban adjudicaciones millonarias, negociaban contratos y colocaban a personas sin méritos en empresas estatales. Las mujeres, en este contexto, no eran ciudadanas con derechos, sino elementos de ocio privado facilitado por el aparato político.
Claudia Montes: la “Loca Asturiana” contratada sin méritos
Una de las figuras clave en esta red fue Claudia Montes, conocida como la “Loca Asturiana” según las agendas personales de Koldo. Ex Miss Asturias, fue colocada en LogiRail (filial pública de Renfe) sin formación ni experiencia, con un sueldo de 1.384 euros al mes. El proceso de selección fue inexistente.
Montes tuvo una relación personal con Koldo, quien le pagaba peinados, hoteles y le conseguía el trabajo. Tras romper, fue despedida y denunció acoso sexual. La empresa pública se convirtió en moneda de cambio personal.
El paralelismo con Errejón: feminismo de escaparate, abusos reales
Mientras Ábalos y Koldo gestionaban su “catálogo”, otro referente de la izquierda, Íñigo Errejón, caía por denuncias múltiples de violencia sexual, psicológica y abuso de poder.
La actriz Elisa Mouliaá presentó una denuncia formal ante la Policía Nacional. Según su testimonio, Errejón la encerró en una habitación y la agredió sexualmente. Hasta 16 mujeres han compartido testimonios similares, muchos de ellos recogidos por la periodista Cristina Fallarás.
Errejón nunca pidió perdón. Alegó que sus actos eran fruto del patriarcado y la presión política, mientras que figuras de su entorno como Loreto Arenillas fueron señaladas por encubrir abusos.
El caso Curbelo: violencia y cocaína en una sauna
En 2011, el senador socialista Casimiro Curbelo fue detenido en una sauna de Madrid tras consumir presuntamente cocaína, agredir a policías y negarse a pagar servicios sexuales. Acabó multado con apenas 900 euros.
El trabajador del bar donde se produjo el altercado testificó que tanto el senador como su hijo y un amigo entraron con actitud «chulesca, agresiva y grosera», sobre todo hacia las señoritas que trabajan en el bar. «Yo me meo en las putas, yo no pago a las putas«, dice que pronunció el detenido.
Según los policías, Curbelo les amenazó y les insultó. «Sois unos terroristas, borrachos, hijos de puta, sinvergüenzas. Soy senador y voy a ir uno por uno a por vosotros, voy a acabar con vuestras carreras, que estáis pagados por los putos fachas del partido popular. Sois unos putos vendidos«, son las palabras que dirigió el político a las fuerzas del orden, según consta en las diligencias policiales a las que tuvo acceso ELMUNDO.es.
«Me voy a dedicar el resto de mi vida a arruinaros la vida, os deseo a todos los policías que estáis que os muráis todos de cáncer […]», continuó Curbelo, siempre según la versión de los policías.
Este episodio, silenciado mediáticamente, muestra otra piedra angular del patrón: hombres poderosos, comportamientos abusivos, y consecuencias casi nulas.
El patrón: mujeres como botín del poder
En los tres casos —Ábalos, Errejón y Curbelo— se repite el mismo esquema:
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Mujeres cosificadas y tratadas como objetos de consumo.
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El aparato público usado para favores personales y encubrimientos.
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Un discurso público de igualdad, mientras en privado reinaba la impunidad.
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Consecuencias mínimas, cuando no inexistentes.
Estos no son casos aislados. Son síntomas de una cultura de poder sin control, donde el feminismo se usa como bandera mientras se practica su negación más brutal.
El feminismo no puede ser pancarta de campaña si se viola, se enchufa y se abusa tras bambalinas. Las mujeres no pueden ser parte del decorado de los poderosos, ni instrumentos de propaganda ni víctimas sin voz.
Lo que Ábalos, Errejón y Curbelo revelan es que la regeneración democrática no será posible sin una purga ética y una exigencia real de rendición de cuentas. Mientras el poder sirva para consumir, agredir o protegerse, la política seguirá siendo una cloaca, no una herramienta de justicia.
